martes, abril 29, 2008

La tozudez del inversionista

Imagínate que vas al cine. Y a los diez minutos te das cuenta que la película es horrible; te estas aburriendo soberanamente. ¿Que haces?  

La mayoría de las personas en lugar de marcharse, aguantan hasta el final. ¿Por qué? Porque condicionad@s por el dinero que han gastado en  la entrada , evalúan que es más razonable quedarse y "recuperar la inversión". A eso se le llama la "tozudez del inversionista"

Hoy en la mañana volvía de dejar a mis hij@s en el colegio y en la radio escuche un comentario del libro La Inteligencia Fracasada de José Antonio Marina. Dos cosas me llamaron la atención: la primera; la concepción social de la inteligencia que propone el autor, y recordé mis iniciales reflexiones en "creatividad". El autor propone que la inteligencia no es una capacidad, sino que se pone en juego en relación con otros en un espacio social, concreto.  En el caso de la creatividad considero que más que una capacidad, la creatividad se refiere a una "actitud", una forma como nos relacionamos con el medio. Por tanto, para mi la creatividad no es algo que me interesa medir: ¿para qué?. Y en cambio sí es una forma como yo puedo aprender a relacionarme con el medio, con l@s otr@s....sean cosas, personas, o grupos.

La segunda cosa que me hizo escuchar es la relación/ diferencia que hay entre la persistencia en un proyecto emprendedor y la "tozudez del inversionista", que es ese error, segun el autor, por el cual personas consideradas académicamente inteligentes permanecen en proyectos acumulando pérdidas, dice: "Quienes han realizado un sacrificio (de dinero, tiempo o esfuerzo) para hacer algo, tienden a continuar haciéndolo, aunque les suponga más pérdidas que ganancias."

Y me llamo la atención, entre otras cosas, por las conversaciones con un amigo que inicia ahora un proyecto emprendedor y por las reflexiones al leer un post de Vanesa sobre cómo empezar una consultora sin dejar el actual trabajo.

¿Hasta dónde es adecuado/aconsejable persistir? ¿En que momento abandonar? ¿Qué es lo apropiado? ¿Qué camino tomar?
En el auto, escuchando a Paulsen/Adnradio

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Las parejas que llegan a padecer la lacra de los malos tratos, se deben en gran medida por el que yo bautizo, “el síndrome de la obstinación del especulador”. La gente especula mucho sin razón por sus relaciones de pareja. Me dirás Idoia, que estoy loco, que no entiendes nada. Pues te lo voy a explicar claramente para que lo comprendas. Este síndrome es igual que el que padece el especulador en bolsa y el ludópata. Los matrimonios o las relaciones sentimentales entre personas que conviven juntos especialmente, como las que no conviven en menor medida, siguen las conductas de todo tipo de actividades adictivas, en las que los individuos no pueden controlar su comportamiento y se transforma en un hábito que interfiere muy negativamente en su vida contidiana. Insisten y persisten en hacer algo, o en continuar con alguien que les hace daño, y lo más curioso es la frecuencia en que se niegan a desistir en ello. Siguen haciendo cosas que les hunden más en el pozo de la ruina, de la desesperación y de la miseria. Ese error de gran empecinamiento, explica el por qué muchas parejas continúan años y años cuando ya el amor se ha marchado, y no quedan más que desprecios y humillaciones en el trato diario. Es como si se dijeran a sí mismos que han invertido tanto tiempo, esfuerzo y dinero, en su relación, que si se rompieran sus lazos afectivos, lo perderían todo, y ya no les quedaría nada, y les diera miedo a tener que empezar de nuevo con otra nueva persona, por todo lo duro que ha sido mantenerse con alguien, y que la única solución es seguir especulando con algo ya inexistente y sin opción real a arreglarse. Al igual que el jugador de bolsa que especula y pierde dinero al invertir en valores, que persiste en seguir inviertiendo más, con la creencia absurda de que va a poder recuperar todo lo que ha perdido, y piensa que debe continuar en la brecha para justificar su inversión pasada. Esto sucede porque se considera que la pareja es como si fuera una inversión, como una saca en el que se van metiendo dedicación, aguante de cosas malas, sufirmiento, alegrías, tristeza, dinero y sobre todo mucho tiempo, porque se especula muchas veces sin conocimiento de dónde se mete la gente con la posibilidad de obtener pingues beneficios en el futuro. Con unos razonamientos parecidos se arruinan muchos especuladores bursátiles y ludópatas. No pueden evitar las ilusiones perceptivas aunque en el fondo sepan que lo son, se engañan a sí mismos con una mentira que no quieren reconocer, porque les cuesta mucho evitar los errores en la evaluación de las situaciones, no aceptan las cosas que van mal, e insisten en que mejoren y vayan mejor sin un fundamento fiable para que sea así. Quieren obstinadamente recuperar lo que han perdido sin remedio, no quieren bajo ningún concepto asimilar la perdida para siempre.
A mí me pasó algo parecido con mi matrimonio del síndrome de obstinación del especulador, me había sacrificado tanto en pagar mi casa, tantos problemas que solucionar con el desgaste que conllevaban, tantas malas caras por parte de la familia de mi exmujer, tanto esfuerzo en el cuidado y atención de mi hijo discapacitado durante tantos años, soportando situaciones de gran estrés y padecimiento emocional que me negaba a ver la realidad, porque no quería perder todo por lo que había luchado, y mi única opción era seguir igual aguantando cada día más y más, no veía otra solución, la ruptura me parecía mucho peor en algunos momentos que seguir como estaba, porque caería en las garras de mi familia, mis hermanos y todo lo demás que llevaba asociado, que estaban esperando desde mucho tiempo a que fracasase para decirme, ves te lo dijimos. Persistía en mi dolor, no veía salida. Por eso en una circunstancia como esta... ¿Hasta dónde es permisible insistir? ¿En qué momento hay que abandonar? ¿Qué es lo apropiado de hacer? ¿Qué camino tomar? Eso es lo difícil de contestar en una situación así. Todo estos comportamientos, conducen a los malos tratos sin ninguna duda, no por mi parte porque el maltratado fui yo. Porque cuando al cabo de los años los componentes de la relación no obtienen lo que sus expectativas fícticias habían especulado, no lo asimilan, y se revuelven contra ello. Se sienten tan mal en su fracaso, que no son capaces de soportarlo. Se niegan a vivir con la realidad, por la incapacidad progresiva de los individuos a resistir los impulso de que se han equivocado. Cuando hubiese sido mejor haber cortado muchísimo tiempo antes, en el momento en que se preveía que la relación no tenía futuro, si el remedio un hubiera sido peor que la enfermedad, para no seguir inviertiendo en algo ruinoso que no llevaba más que a la pérdida y a la rabia por no conseguir aquello que se pensaba.

Juanjo dijo...

Gracias por tu comentario.

Lo que comentas me recuerda una frase del profesor Maturana, que propone como una ley sistemica que dice mas o menos asi.
"Que todo gira alrededor de lo que queremos conservar"

La pregunta es:¿Que queremos conservar?
Y esto lo podriamos aplicar a cualquier situacion.

JJ

Anónimo dijo...

Cuanto más metes en algo, más te ata a ese algo, y más te obliga a continuar con ello aunque te produzca cada vez un mayor perjuicio. Eso es lo que siempre queremos conservar, lo que más huella emocional nos ocasiona, el problema es que no podemos y no sabemos olvidar. En el olvido está uno de los secretos de la felicidad.

Gracias a ti Juanjo por tu blog es estupendo.

ARTURO KORTÁZAR AZPILIKUETA MARTIKORENA